22-02-2007

La dimensión desconoci... da (IV).

Capítulo IV: El noticiario de los jueves.

(En el patio).
- Berta, yo te amo.
- Sí, lo sé.
- Y ¿qué vas a hacer al respecto?
- No sé poh, Andrea, cosa tuya, hay cosas que no pueden ser.
Andrea sale corriendo y se introduce en el baño donde Abel y Adelino la esperaban sigilosos parados en la puerta. Andrea no los ve y choca con ellos, lo que provoca un previsible enfrentamiento boxeril, que obviamente acaba mal para Abel y Adelino, par de afeminados y buenos para la cerveza. Andrea, muy en forma, aprovecha un klinch y conecta un jab, un cross y un upper izquierdo para terminar rápido, y así, dejar a Abel y Adelino buscando sus dientes por el suelo del baño. Va a lavarse las manos. Andrea siempre fue una chica ruda, su padre fue uno de los pocos elegidos que acompañaron al aviador asesino en su última aventura. Por eso, Andrea odiaba a los hombres, y les pegaba encarnizadamente cada vez que tenía la oportunidad. Era lesbiana y orgullosa de serlo, una vez fue sorprendida junto a Luisa, en un cuadro del decano, ya fallecido. Fallecido en una extraña situación, con estudiantes, radioteatristas, modelos y platillos voladores, todos juntos en la próxima edición de "el noticiario de los jueves", ahora tenemos a Melisa reporteando desde la guerrilla en Swazilandia. Adelante, Melisa...
- Aquí estoy Ruperto, ¿cómo le va?
- Muy bien, ya no me duele la herida.
- Qué rico!
- Ok. Ahora diga ¿cómo está la cosa?
- Espere. Hay alarma de bomba.
- Bueno, eh... mantenga la calma.
- RUPERTO! AYÚDEME! (llora).
- No...
- MORIRÉ! Pero antes tengo que confesar que lo amo Ruperto.
- BOOOOOOOOM!
- Melisa... Yo...¿quién dijo Boom?
- Eh... no sé ¿no fuiste tú?
- No.
- Entonces... ¿quién?
- Boom, boom, boom.
- Vaya, si es un aborigen de la tribu Boom-boom.
- Y yo qué pensé?
- Tú no piensas, maldito idiota.
- Gracias por su informacion Melisa.
Ahora viene el comentario de libros:
En esta oportunidad comentaremos el cuento "Oye, herbívoro" de Rodrigo Lima. Es un cuento un tanto extraño... CLIC!
- Por qué apagaste la tele?
- No sé, pues, Angélica, ya no conversamos, no compartimos...
nuestro matrimonio se va a ir al tacho.
- Pero...
- ¡No, nada!
- Lo que tú digas, pero después no andes por ahí buscando otras chiquillas más jóvenes que yo.
- No, mi amor. Si tú también eres joven, bueno, en su justa manera, depende de donde se le mire.
- Gracias, huevón.
- ¿Cómo?
- No, nada. Además, tú no sabes...
- ¡¿Qué?!
- Eh...
- Tienes a otro ¿no es cierto?
Angélica se queda en un silencio molesto y duradero, su marido pesca su chaqueta y se va a un bar, es ahí donde ocurre lo que sigue...
Siga leyendo, estimado lector.
Pero tenga cuidado. Escuche como se mueve la oscuridad detrás de su cabeza, como los ruidos de la noche conversan entre ellos un secreto oscuro y tenebroso, que sólo sabe asustar. Ahora, por favor, dé vuelta la hoja.


Continúa...







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