28-05-2007

Novela ambidiestra 2005 (proyecto) (XII)


1


b



Nombre.
Danielle. Y claramente no me gusta ya que siempre conlleva estar dando explicaciones como que mis papás vivieron en Suiza y mi mamá es medio francesa. Además, al menos tres personas me han hecho notar que les parece un nombre de puta, aunque nunca he conocido una puta que llevara ese nombre, considerando que conozco algunas. En un sentido las putas suelen tener nombres como Soraya, Jessica o Sharon, mientras que en otro se llaman Pía o María de los Ángeles o del Pilar. Espero que nadie se ofenda por esto.
¿Qué canción estás escuchando en este momento?
Moonshine, I’m waiting for a love that never comes.
Moonshine, waiting for a time that never was.
I’m waiting for a time, for truth to call.
I’m waiting for a sign, to show me all.
I’m waiting for a love.
Y así.
La pesadilla más terrible que has tenido.
Fácil. Es un sueño que tuve de niña en el que estaba atrapada en una pieza; no porque la puerta estuviera cerrada, no, sino porque desde fuera de la pieza se asomaba Jesús. Tal cual, estaba Jesús ahí con una mirada cargada de tal odio que me aterrorizaba como ninguna otra que haya visto hasta ese entonces e incluso hasta hoy. Y yo estaba ahí en esa pieza vieja y sucia, estática, esperando que Jesucristo se fuera o que alguien me despertara, que acabara luego...
¿En quién estás pensando la mayor parte del día?
Creo que en mí misma, de no ser así, supongo que en Jeremías.
El momento más feliz que pasaste con esa persona...
Estábamos acostados uno al lado del otro, escuchando música...
A green plastic watering can...
Y de pronto él se pone sobre mí con todo su cuerpo aplastándome tiernamente, su mirada fija en la mía, yo con mi cara tapada hasta encima de la nariz.
... for a fake chinese rubber plant,
Recuerdo que sus ojos brillaban porque apenas contenía lágrimas de alegría y su sonrisa era casi resplandeciente.
... in the fake plastic earth.
Aunque, cabe destacarlo, este momento no lo pasé con Jeremías, sino con Félix. Si bien no creo que haya sido mi momento más feliz, al menos fue el nuestro, sino el suyo, pero eso no tengo modo de saberlo. De todas formas fue un momento muy feliz.
Película y disco de tu vida.
Demasiado difícil. Así apurada te diría que Trainspotting, quizás, no sé, qué pregunta más insoportable. Del disco menos que decir... The Bends, supongo.
¿Qué estás pensando ahora?
¿Qué estoy pensando ahora?
¿Qué estás pensando ahora?
¿Qué?

21-05-2007

Novela ambidestra 2005 (proyecto) (XI)



II


1



a


- ¿Nombre? – dice ella.
Él se acomoda en la cama, mira a Isabel con cara de obviedad.
- Está bien – dice ella, riendo. – En realidad esta es la parte fome, me voy a saltar un par de preguntas.
Su risa. No solo es la boca la que la marca, también esos ojos pardos que brillan y se hacen grandes.
- Mmm, a ver -busca en el cuaderno- ¿cuál es el momento más feliz que has vivido conmigo?
Él no esperaba algo así. La mira preocupado, hasta que ella sonríe.
- Quizás es mejor que responda yo misma. El momento más feliz, así de buenas a primeras es cualquiera. Puedo pensar en algunas posibilidades: la vez que corrimos bajo la lluvia por el placer de mojarnos, el día que paseamos por todo el recorrido del metro, aquella ocasión en que estuvimos en esa casa antigua en medio de los edificios, sabiendo que nunca volveríamos y valorando el momento. Esos son, por ahora, y en otro momento quizás no serían. Es el problema de recordar, lo que permanece es una percepción icónica, y es tan fácil dejarse llevar por lo que se vive en el momento del recuerdo y teñir la memoria. Porque ahora se podría decir que hay felicidad –y él mira el cuerpo desnudo de ella y sonríe- y por eso me acuerdo de esos momentos y los veo de ese modo. Mañana, de pronto, si te odio, pensaré en lo inútil que resulta perder el tiempo en los vagones, o lo idiota que es resfriarse gratis. No sé. Nunca se sabe, con estas cosas.
Termina de hablar y baja la cabeza, y él repara en el brillo de sus ojos, más presente que de costumbre. Ella se levanta de la cama, se viste un poco y se va.
Él piensa en lo que poco que merece vivir esto. Piensa en los ojos de Isabel, y en el fondo de su mente crece la culpa, las ganas de la reparación que causa daño.
Se levanta también, y cruza por el umbral por el que pasó ella hace instantes, pero tan lejos. Camina hasta que la encuentra, ella menuda mirándolo hacia arriba escucha como surgen una a una las palabras desde la boca de él. Comprende cada una de ellas, descompone sus significados individuales, los combina, entiende la totalidad, no quiere seguir escuchando pero no tiene remedio, no quiere la comprensión de esos sonidos pero no puede evitarlo, no quiere estar ahí pero lo está.
Siente que su mundo se desmorona pero no puede dejar de hablar, formalizar la verdad que opaca los ojos pardos que estaban en su mente, la ve tan vulnerable que quiere abrazarla pero sabe que es incongruente. Termina de decir lo que debería haber dicho hace mucho antes, observa cómo ella cae sobre sus rodillas, tan mínima, se da cuenta del camino. Imposible escapar, ciertos pasos que hay que tomar.
Ella ve como él se da vuelta y la abandona. Es confuso pensar, las imágenes se suceden y en el medio de la ciudad las gotas cubriéndole la cara, llenándole los ojos, y ella gira y gira mirando al cielo, y él no está, y en cuclillas en el suelo la lluvia está ahí, y se tiñe, se tiñe.

14-05-2007

Novela ambidiestra 2005 (proyecto) (X)



Diez



Lo primero que siento al acercarme a la carretera es el olor a carne asada...
El horror, el horror.
Hay mucha gente corriendo, entre ellos creo ver a mi madre y a mi tío Agustín, todos me miran con preocupación.
Entonces, entre la maraña de humo y niebla veo a la mujer tendida en el suelo, lo poco que quedó de su vestido rojo pegado a la piel, lo poco de piel que le queda aullando de dolor, pero ella en silencio...
Cuando llego a su lado estoy tranquilo, sin embargo al mirar sus ojos siento que voy a perder el control y quedo lívido. Sofía se acerca por mi espalda y me toma los hombros para susurrar en mi oído: Tienes que hacer lo que tienes que hacer...
Y despierto...
...

Al despertar cualquier rastro de sueño se aleja y no me quedan ganas de seguir en la cama. Afuera los pájaros recién empiezan a cantar y la luz apenas se atreve a entrar por entre las persianas. A mi lado sólo hay espacio y el gato duerme a mis pies. Trabajosamente me siento en la cama y me pongo las pantuflas y hago el esfuerzo necesario para pararme. Voy al baño con rapidez y orino en abundancia, un manantial que cae en desorden salpicando un buen radio. Tomo papel y limpio, como si tuviera algún sentido, como si siguiera importando. Después de eso el desayuno, contemplando la ventana y al gato que con anhelo captura los primeros rayos del sol. La ciudad que gana en altura y al fondo el mar. Me asalta la certeza de que he perdido algo, sin poder identificar claramente qué.
Pongo el disco de la décima sinfonía y me siento junto al balcón a calentarme los huesos. Pienso en bañarme, en salir a pagar las cuentas, en corregir los últimos capítulos, pero se está tan bien recibiendo el calor. Es tan plácido y tan doloroso ver la ciudad despertar.
De pronto, como si nada, suena el teléfono. Es Félix. Claro, mijito, acá lo esperamos. Calculo el tiempo y el vino que me queda. Es una razón para levantarse. Pongo el disco de nuevo y subo la interminable escalera para ir al baño. Sigo pensando en lo que he perdido y no puedo ubicarlo en mi mente. Tal vez un libro, quizás algo más pequeño.
Paso la mañana tratando de averiguarlo, pero nada, está perdido y no me puedo resignar. Al mediodía suena el timbre. Me asomo a ver y parado junto a la puerta está Félix que levanta su mano en un saludo, yo hago otro tanto. Al entrar nos damos un abrazo, me doy cuenta nuevamente que ha crecido y que además está muy delgado.
Pasemos, le digo, hablemos de la vida.

08-05-2007

La dimensión desconoci... da (X).

Capítulo X: La esperanza está perdida.

Bzzzzzzzt.
- Saludos, terrícolas. Éste es el comandante Halabtcx de la flota estelar de THGHYOHN! Estamos en el lado oscuro de la luna, preparándonos para un inminente ataque a la Tierra. La única forma de salvarse es el envío periódico de ese exquisito brebaje burbujeante llamado bzzbztztzt.
- Chucha, se cortó la comunicación.
- ¡Horror! ¡Ahora no podremos salvarnos!
- ¡Oh!
La esperanza está perdida. La tierra rendida bajo el yugo de una raza nefasta. Pero, no todo va mal. En una ciudad cualquiera bajo el disfraz del tímido y amanerado profesor de educación física e inspector general de un colegio, se esconde el titánico héroe, el peladín indomable, el naso justiciero, ... el hombre Rapi!
- Y eso de qué nos sirve?
- De nada.
- Ah?
- Lo que dije, ese pelado culiao nunca ha servido para nada.
- Cállate, chaquetero.
- ¿Qué me dijiste?
- Ah... chacotero.
- Ah ya! Cuidadito.
- Me dijiste culiadito?
- No.
- Ah!
- Cacha la mina que viene ahí.
- Está rica.
- Sí. (A la niña). Huachita, quién fuera limón pa enjugarle el choro.
- Te sacaría la regla a chupones.
- Ordinario, le voy a decir desde ahora.
- Ya pues, Laurita, no se enoje tanto.
- Es que te pasaste de la raya.
- Sí, lo sé.
- Bueno, chao!
- Chao, Laurita.
- Pucha, Juan hombre, la cagaste.
- Sí, no tengo ninguna posibilidad ahora.
- Es suficiente de tanta cháchara. Ponte la media en la cabeza.
- Ya ¿tienes la pistola?
- Sí -.Entran.
La gente de la farmacia del barrio mira asustada.
- Esto es un asalto.
La gente respira aliviada.
- Uff! Menos mal.
Los maleantes se van, indignados.
- Puta, ya no nos tienen respeto.
- Estas generaciones venideras...
- Me hacen sentir viejo.
- Y si tú te fijas ya no ponen alarmas, ni rejas, se acabaron los pacos, todo.
- Es patético, a propósito, ¿has visto al Sietelenguas?
- Ya salió libre, lo vi en el bar, junto al leoncito.
- Mira tú. Oh!, esa micro me sirve. Chao.
- Chao.
Si supieran esos pobres delincuentes, poetas y borrachos, que están siendo observados por la CIA hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...


Episodio X
"Le pisamos los talones a la rebelión"
Los rebeldes no saben qué hacer para matar el tiempo,
mientras el imperio se vuelve más malo.
Además, el malvado Voltar, amo de las tinieblas,
líder del silencio del alma, profeta de
los malulos, anda todavía por ahí disfrazado
de pájaro, esperando a algún despistado
pa robarle el alma."
- Ata que güeno el cuento taita.
Frente a la fogata los niños escuchan al viejo, que termina de contar su historia. Como lo hizo él con sus hermanos, como lo hizo su padre, y el padre de su padre, se cuenta la misma historia.
- ¿Y cuál es esa historia?
Continúa...

07-05-2007

Novela ambidiestra 2005 (proyecto) (IX)



Nueve



Pasos cansados sobre los charcos de la lluvia de ayer. Recorridos en constante descubrimiento. Tres cuadras, una plaza, la calle larga y sombría, el puente. El espacio nuevo teñido por una especie de recuerdo feliz, pasado abandonado. Pero no recuerda. Sus ojos vagan por las caras bajo los paraguas. Nadie sabe. Él tampoco. Sin embargo está ahí.
Una vida gris. Sentado en el pasto brillantemente verde, observando el río agitado desde la altura. Deja caer el cuerpo, y sus ojos miran el cielo, y dos tipos de agua se confunden en su cara.
Entra a la cabaña vacía, impersonal. Nada ahí remite al pasado. Ni él.
Postrado por la desilusión, iluminado apenas, cae rendido ante un prospecto de sueño, no reparador. En él desfilan imágenes que podrían representar pasados distintos. Esto lo despierta abruptamente, y las imágenes se diluyen.
Mira el techo hasta dormir.


Despierta paulatinamente. El mundo soñado se mezcla con el real, y por algunos momentos no sabe dónde está. Luego, extraña la compañía, como todos los días. Su cuerpo cálido contrasta con el frío exterior. Una necesidad primaria, de eso se trata. Esa sensación le acompaña desde su primer día ahí. Por el vínculo indisoluble que solo en ella se representa, ahora. La magnitud de los sentimientos que recibe cuando piensa en esa situación la abruma, y no puede dejar que ninguno de ellos predomine. Mejor así.
El pretexto de su vida. Está lejos, alejada de su casa e inexistente en la mente del hombre que causó todo. Se derrumbará, tarde o temprano. Y lo sabe, muy dentro de ella.
Da vueltas por las calles de la ciudad, y a pesar de que no es muy grande, no ha encontrado a quien busca (pero, ¿existe el azar?), aunque cree verlo a cada instancia. Son los ojos y la mente y el corazón y sus engaños.
Después de todo, vuelve a su pieza, que no es suya. Se tira en la cama, boca arriba, en la oscuridad.
Mira el techo hasta llorar.


Sus dedos tocan sus ojos. El cansancio es grande. Un silencio envolvente lo rodea, a él sentado a la mesa, con una pequeña luz focalizada en los papeles que están frente a él.
Se levanta y se acerca a la ventana. La oscuridad exterior, solo quebrada por pequeños rectángulos. Casi los mismos de siempre.
Piensa en las vidas que quiere capturar, la cantidad de gente que comparte con él la ciudad, la multiplicidad infinita de detalles que adornan esas personalidades.
Vuelve a su mesa. Toma un café enfriado por la espera.
Se sienta, toma el lápiz, lo acerca al papel. Sus ojos buscan la foto, y luego se mueven en otras direcciones.
Mira el techo hasta escribir.

01-05-2007

Novela ambidiestra 2005 (proyecto) (VIII)



Ocho



Despierta. Danielle, despierta. Consubstancialidad, intertransformabilidad, descanso, chimpancé... Danielle, despierta. Contracorriente, contrarreforma, silencio sepulcral... Danielle. No tienes ganas de seguir durmiendo. Despierta, no vale la pena forzar el sueño. Levántate de una buena vez. Dani, te estoy hablando. ¿Ves la hora?
Vamos, que no tengas ningún compromiso no implica que te vayas a quedar en la cama todo el día. Olvida el miedo, no seas pendeja. Ya no eres una pendeja.
Anda a la cocina y prepara el desayuno. No puede ser que esté tan asquerosa; cómo, cómo llegó a estar así. No hay pan, fruta está bien. Come, te tienes que alimentar, tal vez la desgana venga de la falta de azúcar en la sangre. No sacas nada con no comer.
Mírate al espejo. “La cara que puso Félix cuando vio...” Mójate la cara. Ponte los mechones tras las orejas, sí. Así está bien. Ignora eso, no tiene ninguna importancia. “Los ojos que abrió, casi me parto de la risa...” Báñate bien, estás muy sucia. Refriega sobre todo los pliegues. Justo así. Siente el agua, el calor, el vapor. Se van un poco las sombras. Empezar el nuevo día limpia. Abre los ojos y deja de llorar.
Ponte los calzones rojos, esos, sí. Te gustan, te gusta la cara que pone él cuando te los ve puestos. Cuando los veía, claro. Quita esa mirada. Los pantalones nuevos y la chaqueta azul. Píntate poco que no eres una pared. Esos aros están bien. El pelo, recógelo hacia atrás. Suéltalo. Trata con las horquillas. Bueno, deja, no le vamos a pedir peras al olmo.
Siéntate junto a la ventana, ahí, en el sillón. Que la luz invernal te llegue en las piernas. Pon el cuaderno ahí. Piensa ahora, por favor, piensa: ¿qué soñaste anoche? Te despertaste una vez y él respiraba junto a ti. ¿Qué soñabas? Tómate un minuto.

...
...

Ahora escríbelo en el cuaderno. Lo que estabas soñando anoche, nada más. Esta precisa noche...
“Mi hermana y yo nos abrazábamos en la calle. Creo que era mi hermana (lo que ocurre es que yo no tengo ninguna, entonces, no tiene mucho sentido. Pero los sueños no tienen por qué tenerlo, ¿no?) Esperábamos micro, pero todas las que pasaban tenían nombres extrañísimos y completamente desconocidos para mí. Para nosotras: en el sueño nuestras mentes estaban conectadas. Más rato yo era mi hermana, pero en realidad eso no era muy importante. Lo que más me llamaba la atención eran los nombres de las calles por las que pasaban las micros: “Calle 14” o “Comodoro Estrada” y no sé por que los recuerdo. De pronto se me acercó un niño (o sea a mi hermana, que era yo, pero yo ya me había ido). Era un niño pobre, ya que vivía en esa calle que no era tanto una calle como un camino de tierra junto a un peladero. En fin, el niño me ofrecía palabras a cambio de dinero. Yo accedí y el niño tomó una actitud muy concentrada, alejándose un poco de mí y profiriendo...

Rüme
fuchá
kuifi.
Luego se llevó mis monedas y todo parecía muy justo. Pero yo ya no tenía dinero para la micro y no conocía ninguna que me llevara a mi casa o a cualquier parte que me pareciera conocida. Entonces me angustié mucho y llamaba a mi hermana, es decir a mí misma, y ya no estaba. Luego desperté.”