12-03-2007

Novela ambidiestra 2005 (proyecto)


I



Uno

Un sonido constante, que se percibe suave. La mirada en un plano doble: el reflejo de sí mismo, primero. Más allá, nítido el cielo, algunas nubes a la misma altura de su vista. Abajo, la inmensidad de lo verde, ordenado por líneas rectas. Algunos puntitos en blanco y negro se mueven, mucho más lento. El plateado surca el celeste a gran velocidad.
Mientras el avión baja, poco a poco, él piensa en los motivos de su viaje. Le parece una necesidad el salir del centro, pero lo racional se le escapa. De todas maneras, está conforme. Parece feliz. Aunque eso nunca dura demasiado.

El sonido constante al que ya está acostumbrado. Las máquinas creadas para ayudar, a él y a muchos. Acostado en la camilla, la mente en blanco. Todos sus recuerdos no trascienden a esa habitación. Inclina la cabeza hacia la ventana. La mirada en un plano doble: el reflejo de sí mismo, primero. Más allá la lluvia que cae en la noche, notoria bajo el haz de los focos. Al fondo, una ventana iluminada y en ella una muchacha. Su figura delgada paseándose y su contorno oscuro reluciendo contra la iluminación que la rodea. El brillo de su pelo castaño es una imagen que se fija en él. Aunque él no lo sabe, aún.

Un sonido constante, que sorprende y despierta. Abre los ojos y le cuesta descubrir dónde está, pero no le parece sorprendente. Todas las mañanas que ha despertado al lado de ella ha sido así. Se levanta y camina hacia el teléfono. Frente a un espejo, levanta el auricular para recibir un sonido mecánico, intermitente. Cuelga, mientras levanta la cabeza. La mirada en un plano doble: el reflejo de sí mismo, primero. Más allá, la chica tapada solo con su pelo castaño. Ecos de una discusión, de muchas, se construyen en su mente, justo antes de que comience a surgir lo blanco y él quiera abrir la puerta e irse. Ella sueña con la última noche. Sonríe. Aunque las repercusiones de todo estén lejos de cristalizar.

El sonido constante sigue percibiéndose suave, pero los movimientos que ahora lo sacuden maximizan el ruido en general. Las vacas, antes vistas como puntos, se aprecian ahora desde una corta distancia. Cuando las ruedas tocan el suelo, él se acerca a la ventana. La mirada en un plano doble: el reflejo de sí mismo, primero. Más allá, el gris de las construcciones y gente esperando a muchos de los que van con él. Se termina el movimiento. Las puertas se abren. Mientras respira el aire limpio, él se baja, dispuesto a la vida. Le parece una primera vez.
Aunque no lo sabe, dos minutos después una chica de pelo castaño baja por la escalera del avión. El pasado no se iría, esta vez. Había llegado el momento de saber.
Alea iacta est.

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